SU FRASE: “NO HAY QUINTO MALO”.
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Hace dos décadas en plena labor periodística, dejó de existir una de las voces más distinguidas en la radiodifusión de Cuauhtémoc: Adolfo “Fito” Chávez Bermúdez, quien dejó un legado: una familia, un estilo para narrar los juegos de béisbol, quien hiciera famosa la frase “No hay quinto malo”
Implantó la modalidad de llevar las entrevistas a nivel de terreno, bautizó con motes algunos peloteros de moda, como Manuel Sáenz Zavala a quien lo calificó como el “Fantasma” de la segunda base, se recuerda como un reportero de oficio desde muy temprano, recabando la información para mantener enterada de una manera objetiva y veraz a la comunidad.
Cuando apenas comenzaba a disfrutar sus vacaciones, la mañana del 24 de abril de 1992, corrió la trágica noticia que consternó a todos los sectores sociales y comunidades más alejadas, cuando se anunciaba la muerte del comunicador oriundo de San Francisco del oro, pero creado en Delicias, donde único como empleado en una tienda de vinos y licores, sin dejar a un lado el gusto por el micrófono, consiguiendo su licencia como locutor el 4 de abril de 1994.
Hoy su esposa Teresita Lucero Galván su 6 hijos, María Soledad, Oscar Alejandro, Celina Elizabeth, Norma Teresa y Aracely, guardan la grata imagen un padre ejemplar siempre entregado a su labor en las noticias y la crónica deportiva.
El destino y las circunstancias se presentaron después de combinar su trabajo con la comunicación en la JK Y HM en Delicias y su habilidad para transmitir las jugadas, anécdotas y acción de su pasión el beisbol, hicieron que fuera invitado a Cuauhtémoc, donde llegó con la compañera de su vida y sus seis hijas.
Desde su arribo a esta zona, cuando transcurría el año de 1978, comenzó una nueva etapa en su vida profesional, prestando los servicios en la XEDP, en un periodo de cambio de administración, trabajó en la XEPL, poco tiempo se regresó a la XEDP.
Su esposa e hijos, mantienen vivo a Fito Chávez Bermúdez, su obra, la gente que le recuerda con sus frases célebres dentro del ambiente del beisbol, una vida llena de satisfacciones aunque con el dolor de haber visto partir a un digno y querido miembro de la dinastía Chávez Galván.