Miguel Vargas | NorteDigital
Es común observar en los estacionamientos de las seis estaciones de Policía y en la central de Tránsito, y sus alrededores, el estatus legal de los automóviles particulares de los agentes.
Gabriel, -un profesionista-, fue sancionado el pasado martes por una pareja de agentes de Tránsito por circular con sus placas vencidas.
Pese a contar con licencia de conducir vigente, el oficial Antúnez, como se identificó, le ordenó trasladarse al Corralón Municipal Número Uno que se ubica a un costado del Cereso, a lo que accedió tras una serie de peticiones infructuosas que los oficiales rechazaron.
Por la tarde, Gabriel se trasladó a pagar la infracción para liberar el vehículo, pero al estar en las instalaciones de Tránsito, -a la hora del cambio de turno-, se percató que muchos de los agentes que terminaron de laborar salían de la estación a bordo de vehículos particulares sin placas.
No portar placas en sus autos particulares y sancionar a otros que se encuentran en las mismas condiciones, significa un retroceso al trabajo conjunto que las autoridades realizan en materia de seguridad en la ciudad, advierte Fidel Bañuelos, jefe del Departamento de Cultura de la Legalidad y Cohesión Social de la Fiscalía General del Estado.
Estas diferencias marcadas, entre los encargados de hacer cumplir la ley, son conductas que deben ser erradicadas de todas las corporaciones de Policía y Tránsito, si lo que buscamos como autoridad es lograr el respeto y el orden entre los ciudadanos, dice.
Pero no sólo pedir “mordida” o cambiar el croquis de un choque hace de los elementos un mal ejemplo del trabajo de las dependencias oficiales, hay casos más extremos como el del oficial Israel Pacheco, detenido hace unos días por su participación en asaltos a tiendas de autoservicio con el arma de cargo.
Estas conductas son parte de la falta de capacitación con respecto al tema de cultura de la legalidad, que entre las dependencias municipales es más marcada que en las estatales, donde en los últimos meses no se ha visto que agentes del estado hayan sido señalados en casos como el del preventivo, dijo.
Definitivamente, esas actitudes provocan un impacto negativo, porque en el caso de las corporaciones tenemos que empezar a dar el ejemplo desde casa, aunque los cambios de conducta no son de un día para otro; es un proceso que al menos en la Fiscalía Estatal tiene dos años que inició.
El pasado 12 de octubre, la agente Cecilia Márquez Parra protagonizó un accidente vial sobre el bulevar Cuatro Siglos o Juan Pablo II, volcó su vehículo un Ford Escort, sin placas, luego de impactarse contra un tráiler.
Bañuelos, responsable del programa de Cultura de la Legalidad, señala que durante el trabajo realizado en campo, los ciudadanos reclaman el proceder de las autoridades, respecto a la aplicación de la ley.
Hablar por celular después de multar a un guiador por esa misma razón, pasarse luces en rojo, por no traer placas en sus autos particulares o por involucrarse con delincuentes, como en el caso del oficial que asaltaba las tiendas de autoservicio, es que la gente no tiene un reconocimiento hacia esas dependencias, dice.
La falta de esa acreditación social, podría llevar a que el trabajo de la Policía no se complemente con un grado aceptable de aprobación ciudadana, y lo logrado hasta ahora con la baja de los delitos, se desvanezca, advierte el especialista.
Es de reconocerse, -agrega-, el desempeño de la Secretaría de Seguridad Pública municipal en el combate a la delincuencia, pero con fallas en la conducta social de algunos policías, el reconocimiento público de toda una corporación se denigra.
Los programas de seguridad en otras ciudades y países que han funcionado es porque la conducta de los policías es aceptable y tiende a verse al oficial como amigo, donde toda la corporación tiene un reconocimiento de impacto social, asegura.
Lo anterior, trae consigo una baja de delitos por la cooperación ciudadana, donde las denuncias anónimas suben considerablemente para que de manera conjunta se controle la inseguridad, afirma Bañuelos.
Para alcanzar ese objetivo, se tiene que trabajar en la cultura de la legalidad, porque no es imposible. Se tiene que generar confianza y ganar imagen pero desde adentro de las corporaciones, dice.
“Si ya con el trabajo hecho la Seguridad Pública tiene una estrellita en la frente, la falta de compromiso puede hacer caer eso logrado, porque el policía es una autoridad ante la opinión pública, tanto en su trabajo como en su colonia”, insiste el especialista.