Por Efrén Chavira González.
En el místico poblado de miñaca, perteneciente al municipio de Guerrero, donde se tejen historias de apaches; minas y conquistadores.
Hay quien no olvida la noche que los perros aullaron. La terrorífica experiencia puso los pelos de punta a la vecina de comunidad situada a la falda del famoso cerro de Miñaca.
La oscuridad abrazo al histórico poblado, el silencio y las sombras como cada día, invitaba a los moradores a descansar. Cristina se disponía- como el resto de la familia – entrar bajo las cobijas cuando de pronto al unísono los perros comenzaron a ladrar, aullar un escalofrío invadió de ´pies a cabeza a la mujer de inmediato junto con su esposo brincaron del aposento para observar por la ventana
En penumbras volvieron a la cama en ese momento el miedo se apodero de la dama, escucho en el patio, pisadas fuertes de un animal salvaje de
“extremidades ” con pezuñas-“Se sentía, se percibía como si se tratara de un caballo , en 2 patas, corría hacia un lado a otro afuera del patio, los perros no dejaban de aullar” la protagonista cuando recuerda aquella noche pasa las manos por los brazos , la piel se le eriza como si estuviera en aquel momento.
Cristina, recuerda que al clarear la mañana a pocos metros de su vivienda, su esposo como otros moradores de las escasa y espaciadas casas que dan vida al pueblo rodearon el cuerpo inerte de un perro, una escena macabra; el pelaje del can se apreciaba húmedo como si lo hubieran expulsado del interior o de la entrañas de una fiera, se le apreciaban extrañas heridas en el cuello, y sin la lengua.
Los creyentes de Miñaca piden al creador que los libre de este tipo de fenómenos.




