Por Horacio Ibarra/Puro Beisbol.
Parece que fue ayer, pero han pasado 16 largos calendarios resintiendo la ausencia del más grande jonronero mexicano de todos los tiempos.
Héctor Espino, el hombre récord de la pelota mexicana falleció repentinamente durante la madrugada del domingo siete de septiembre de 1997, unos días antes de reportar a los entrenamientos de los Naranjeros de Hermosillo, equipo donde se desempeñaba como coach.
En el verano realizaba el mismo trabajo con los Sultanes de Monterrey, equipo en el cual ganó el nombramiento como el mejor Novato del Año en la lejana temporada de 1962, en un arribo espectacular mostrando inmediatamente de lo que iba a ser capaz como pelotero.
Dos años después de su llegada ya estaba imponiendo marca de cuadrangulares con 46 batazos de vuelta entera en la Liga Mexicana de Beisbol, derrumbando la reciente marca de 39 jonrones impuesta por Ronnie Camacho el año anterior.
Espino se manifestaba como un bateador temible, un cañonero fuera de serie que lo mismo bateaba para porcentaje, impulsaba una gran cantidad de carreras y se daba gusto disparando cuadrangulares.
En la liga de verano obtuvo cinco títulos de bateo, imponiendo una marca que tal vez podría permanecer para siempre.
En la costa tuvo actuaciones espectaculares y sus 13 títulos ofensivos son algo fuera del alcance de cualquier beisbolista.
De igual forma tuvo oportunidad de mostrar su potencial en Series del Caribe, ayudando a México en la conquista de su primer título en estas lides.
Su nombre, su fama y su prestigio acapararon infinidad de páginas deportivas en los principales periódicos de México, así como en las revistas especializadas que le dedicaron grandes espacios.
El Supermán de Chihuahua vivirá para siempre en la memoria de los aficionados la beisbol, los mismos que a 16 años de distancia lo siguen recordando con nostalgia.
Héctor Espino fue un grande de los diamantes y como tal se le seguirá recordando en esta fecha.